De acuerdo con la UNESCO la pandemia global de COVID-19 ha ocasionado una interrupción educativa sin precedentes, afectando a más del 90% de la población mundial de estudiantes y a medida que los gobiernos se preparan para volver a abrir las escuelas y otros lugares de aprendizaje deben pensar en promover la prevención de riesgo de transmisión del SARS-CoV2 dentro de los espacios educativos.
Dada la difícil situación que impera en todo el mundo y las diferencias existentes, los países se encuentran en fases distintas con respecto a la decisión de cómo y cuándo se deben reabrir las escuelas. Este tipo de decisiones suelen tomarlas los gobiernos estatales o nacionales, a menudo en colaboración con las autoridades locales.
Al decidir reanudar las clases presenciales, las autoridades deben considerar los beneficios y riesgos en la educación, la salud pública y los factores socioeconómicos, en el contexto local siendo el estudiante el principal interés en esta toma de desiciones.
En México el regreso a actividades se dará únicamente cuando el semáforo sanitario esté en verde, sin embargo, ya hay muchas instituciones que están tomando la iniciativa de reactivar sus labores dentro de oficinas y/o aulas escolares.
Para el regreso a clases, la Secretaría de Educación Pública (SEP) nos da a conocer a través del boletín 139, las acciones de salud e higiene que se formulan para garantizar un regreso seguro al ciclo escolar, dichas medidas se elaboraron con un estricto sentido pedagógico y se consideraron los aspectos socioemocionales de los alumnos.
Algunas de las medidas prácticas que pueden tomar las escuelas incluyen lo siguiente:
• Escalonar el comienzo y el cierre de la jornada escolar
• Escalonar los horarios de comida/receso
• Mover las aulas a espacios provisionales o al aire libre
• Crear turnos para reducir el número de alumnos por clase
El agua potable y las instalaciones de saneamiento e higiene constituirán una parte esencial para reabrir las escuelas de forma segura. Las administraciones educativas deben examinar las opciones para mejorar las medidas de higiene, incluyendo el lavado de manos, el protocolo (por ejemplo, toser y estornudar sobre el codo, en vez de cubrirse con la mano), el distanciamiento físico, los procedimientos de limpieza de las instalaciones y la preparación de alimentos en condiciones de seguridad.
El personal administrativo y los profesores también deberán informarse sobre cómo llevar a cabo el distanciamiento físico y las prácticas de higiene en la escuela.
¿Cómo preparar o maximizar el espacio para el regreso a las escuelas?
Debemos pensar que las escuelas son un circuito grande por donde transitarán alumnos, docentes y personal de la institución. Cada pasillo y cada recoveco debe estar preparado para el regreso seguro, por lo que es fundamental empezar por la señalización de circulación, distanciamiento, de recomendaciones sanitarias como el lavado de manos y los protocolos al estornudar o toser, etc.
Existen tecnologías que ayudan a controlar y prevenir posibles riesgos como túneles de descontaminación, termómetros e interfaces de registro para el monitoreo de cada persona que ingrese y salga del lugar, pero además de toda está tecnología se debe considerar reformular los espacios de las aulas y la capacidad que estas tendrán, es aquí cuando necesitamos pensar más allá y considerar herramientas útiles que puedan reforzar la seguridad como mamparas y escritorios para cada alumno.
Las mamparas han ayudado a que instituciones financieras y otros centros de comercio reduzcan sus probabilidades de contagio. Estas se pueden colocar prácticamente en todos lados y resguardar no solo el área del aula, sino también espacios de receso para ingerir alimentos y zonas administrativas de la escuela.
Es de vital importancia equipar adecuadamente cada zona, como ya se dijo anteriormente, los escritorios y las mamparas pueden ser un recurso viable para fomentar la reactivación de este tipo de actividades, sin olvidar los espacios administrativos de la propia escuela o institución.
Pensar siempre en mejorar los espacios y áreas de recreación y producción contribuirán en el desarrollo, en este caso, de la nueva normalidad y adaptación a un estilo de vida más seguro para nosotros y nuestros hijos.
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